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Vol. 42. Issue 155.
Pages 153-158 (July 2007)
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El arte, testigo del nacimiento de un deporte
Art as a witness to the birth of a sport
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Ramon Balius i Juli
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Desde hace muchos años hemos dedicado especial atención a la relación del artista con el deporte y con la creación de obras consagradas a los acontecimientos deportivos. Consideremos que las realizaciones más sinceras entre las producciones de temática deportiva son aquellas en las que la inspiración llegaba al artista por la contemplación de situaciones plásticas artísticas producidas por la propia actividad física. Menos espontáneas son las producciones promovidas por la existencia de hechos deportivos de mayor o menor importancia o por encargos que en ocasiones pueden ser incluso demasiado específicos. Es más raro que el artista pinte deporte sin saber que lo hace, ya que la inspiración le llega por circunstancias medioambientales. Éste es el caso de la abundantísima creación pictórica, en diferentes lugares del planeta, que tiene como denominador común la existencia de paisajes nevados y helados. Esta situación comporta la presencia casi constante de personajes que, con finalidades diversas en principio no deportivas, se deslizan sobre el terreno congelado. De esta manera el arte se convierte en testigo del nacimiento de un deporte: el patinaje sobre hielo.

El patinaje se inventa de forma similar al esquí, por la necesidad que tiene el hombre de desplazarse por una superficie hostil. Esquíes y patines sobre hielo nacieron al mismo tiempo y en áreas geográficas muy similares, aunque en terrenos muy diferentes, montañosos y nevados los primeros y en ventisqueros desarrollados sobre charcos, lagos y ríos, los segundos. Los patines, que inicialmente fueron elementos que facilitaban el desplazamiento individual, la caza y el trabajo de transporte, poco a poco y a lo largo de siglos perdieron el sentido práctico, y finalmente se estructuraron y codificaron en la segunda mitad del siglo xix. Fueron el origen de muchos deportes basados esencialmente en el hielo.

Los primeros patines de hielo estaban formados por huesos de animal (especialmente tibias de reno, de ante o de buey, partidas longitudinalmente y pulimentadas) que se untaban con grasa y requerían que el individuo utilizara un palo para mantenerse vertical y empujarse. El patín se ataba a los pies con tiras de piel animal. Arqueológicamente se han encontrado abundantes patines de hielo en Bjoko (Suecia), que se cree datan del año 1000 aC, y en ciudades del mar Báltico, Escandinavia, Dinamarca, Repúblicas Bálticas y del noreste de Rusia. También se han hecho hallazgos en China, en Siberia y en Norteamérica. Con la llegada del hierro, en Escandinavia se utilizan hojas de metal desde el segundo siglo antes de Cristo, aunque durante mucho tiempo se siguió con los patines de hueso. Más tarde la hoja metálica se montó sobre una base de madera, atada al zapato mediante una tira de cuero, y hacia los siglos xiii y xiv los holandeses incorporaron verdaderas cuchillas de acero que facilitaban los movimientos y el equilibrio y permitían abandonar los palos de propulsión.

En la propagación y extensión del patinaje tuvieron un papel principal los vikingos. A partir de sus territorios escandinavos, penetraron, como señala el mapa adjunto (fig. 1), en Inglaterra, Francia, Holanda, Alemania, Suiza y la totalidad del valle del Danubio. En ciudades de Islandia, de Normandía y en determinadas partes de Escocia donde los vikingos se instalaron de forma estable, utilizaban los patines como medios de transporte, de caza e incluso con finalidad guerrera. En algunos de estos lugares, la celebración de juegos deportivos tuvo gran aceptación durante la Edad Media.

Figura 1 Propagación de los vikingos por Europa.

La primera vez que se hace mención concreta de los patines de hielo es en una biografía de Thomas Beckett escrita por el clérigo William Fitzstephen aproximadamente en 1180. En una descripción de Londres incluye una actividad popular:

"Cuando el gran aguazal que bordea las murallas del norte de la ciudad está helado, muchos grupos de jóvenes se dirigen hacia allí para jugar sobre el hielo. Algunos tienen más habilidad a la hora de disfrutar: equipan sus pies con hueso de tibia de animal atándolo a la parte inferior de su calzado, y utilizan palos reforzados con punta de metal que intermitentemente empujan contra el suelo, se impulsan tan suavemente como un pájaro volando o un dardo de ballesta. Pero a veces dos de ellos, puestos de acuerdo, cargan uno contra otro desde direcciones opuestas alzando los palos y golpeándose. Uno de ellos o ambos caen, no sin lesionarse, porque, cuando caen, el impulso los arrastra una buena distancia y sufren dolorosos rasguños y heridas en cualquier parte de la cabeza que toque el hielo. Con frecuencia también se rompen un brazo o una pierna."

El documento gráfico más antiguo referido a escenas de patinaje se presentó en 1498 en forma de una talla esculpida por Johannes Brugman, en la cual se representa la caída fatal que sufrió la joven Lidwina de Sheidam (Holanda) el año 1395 (fig. 2). La obra de Brugman motivó que cien años después de ocurrir el accidente se popularizaba la leyenda de Lidwina. Ésta era una niña de 16 años muy devota, prácticamente dedicada a Dios. En 1395 unos amigos la invitaron a patinar. Mientras estaban patinando el lago helado se rompió y Lidwina se fracturó 6 costillas, quedando paralítica por tota la vida (probablemente padeció una fractura vertebral con afectación medular). Después tuvo visiones y se le atribuyeron diferentes milagros. Su tumba fue un lugar de peregrinaje. En 1890 fue canonizada por el papa León XIII, y en 1944 fue declarada patrona de los patinadores.

Figura 2 Johannes Brugman: Accidente de Litwina.

Flandes y Holanda son los países europeos en los que más rápidamente se produjo el desarrollo del patinaje. Especialmente fríos fueron los inviernos de los años 1600 y 1700, que además fueron más largos de lo que hasta entonces había sido habitual. Los historiadores denominaron el primer cuarto del siglo xvii "la pequeña edad del hielo". Hielo y nieve cubrían campos y ciudades, los canales y los ríos se helaban y bloqueaban algo tan importante como el transporte fluvial, fundamental para el abastecimiento de las poblaciones. El patinaje sobre hielo constituyó un excelente medio de transporte a lo largo del invierno, y durante muchas centurias fue un elemento esencial en el funcionamiento de los mercados. Ya hemos señalado que la calidad de los patines mejoraba, aunque lentamente. Estas circunstancias ambientales motivaron a los pintores a plasmar aquello que sucedía en su entorno: paisajes nevados, canales helados y escenas costumbristas con patinadores. Fue una actividad muy popular para ricos y pobres, campesinos y aristócratas, de todas las edades y sexos. Con cierta frecuencia se podían ver trineos tirados por bonitos caballos y a su lado aldeanos dentro de una caja de madera tirada por un asno o por un hombre. Según Soraya Cartategui, mientras los paisajistas flamencos eran reconocidos por su técnica académica y perfecta y por trabajar generalmente en el interior de su taller, los holandeses más naturalistas pintaban escenas reales de sus aldeas o de sus alrededores.

En Flandes, bajo la influencia de Hieronymus Bosch, El Bosco (1453-1516), Pieter Brueghel el Viejo (1525-1569) fue el autor de dos obras prínceps en este terreno, como son Paisaje invernal con patinadores y trampa para pájaros (1565) (fig. 3) y Cazadores en la nieve (1565) (fig. 4), esta última con un extraordinario despliegue de patinadores. En el famoso tríptico Jardín de las Delicias (1503-1504) del mismo El Bosco, en la zona media del panel derecho se pueden ver unas figuras desnudas que se desplazan sobre extraños trineos sobre una fina capa de hielo resquebrajado. Pieter Brueghel el Joven (1564-1638) es autor del denominado Paisaje nevado (fig. 5), obra que para algunos es copia de un óleo que su padre había pintado en 1565. Otros pintores flamencos destacados con composiciones de paisajes con nieve, hielo y patinadores fueron Jacob Grimmer (1525-1590) (fig. 6), Adam van Breen (1590-1645), Isaac van Ostade (1621-1649), Jan Abrahamsz Berstraten (1627-1666) y Anthony Berstraten (1639-1665).

Figura 3 Brueghel el Viejo: Patinaje invernal con patinadores y trampa para pájaros.

Figura 4 Brueghel el Viejo: Cazadores en la nieve.

Figura 5 Brueghel el Joven: Paisaje nevado.

Figura 6 Jacob Grimmer: Invierno.

En un importante estudio sobre el Siglo de Oro de la pintura holandesa, la mentada Soraya Cartategui explica que Davis Vinckboons (1576-1632) y Gillis van Coninxloo (1544-1607) fueron dos pintores flamencos exiliados en Holanda que transmitieron su técnica a artistas holandeses del siglo xvi como Hendrick Avercamp (1585-1634) (fig. 7), Esaias van de Velde (1587-1630) (fig. 8), Jan Josephsz van Goyen (1596-1654) y Barend Avercamp (1612-1679) (fig. 9). En sus obras representaron numerosos paisajes invernales con profusión de patinadores en las más diversas situaciones. En el siglo xvii se amplía extraordinariamente el número de paisajistas que trataban la temática invernal. Así, Aert van der Neer (1603-1677) (fig. 10), Jan van Capelle (1626-1679), Salomon Jacobsz van Ruysdael (1600-1670) (fig. 11) y los denominados "italianizantes", como Jan Asselini (1614-1652), Nicolas Berchem (1620-1683), Wullem Schellinks (1627-1678) y Heinrich Wilhelm Schweickardt (1746-1797) (fig. 12). En muchas de estas composiciones invernales se combinaba armónicamente la topografía del paisaje y de las ciudades. En ocasiones unos edificios o una iglesia se visualizaban lejanos sobe una elevación del terreno, mientras que el primer plano del cuadro representaba un campo helado abierto, lleno de patinadores en distintas situaciones, generalmente laborando.

Figura 7 Hendrick Avercamp: Escena de hielo

Figura 8 Esaias van de Velde: Canal helado.

Figura 9 Barend Avercamp: Escena de patinaje.

Figura 10 Aert van der Neer: Escena de invierno con patinadores sobre un río helado.

Figura 11 Salomon Jacobsz van Ruysdael: Escena de invierno con patinadores frente a una ciudad.

Figura 12 Heinrich Wilhelm Schweickhardt: Patinadores sobre un canal helado.

Mientras que en los Países Bajos el patinaje estaba considerado apropiado para todas las clases sociales, en otras zonas europeas la participación estaba más limitada a las categorías elevadas. Así en Inglaterra, hacia el siglo xvii, podía verse a la aristocracia deslizándose por los canales helados con pelucas empolvadas y vestidos de rígido brocado. Los Estuardo, familia real escocesa, se exiliaron a Holanda durante la dictadura de Cromwell, donde descubrieron el patinaje. Cuando retornaron en 1660, lo introdujeron en su país, donde bien pronto adquirió tal importancia que en 1742 se fundó en Edimburgo la primera asociación oficial de patinaje en el mundo. En 1784 Sir Henry Raeburn (1756-1823), aficionado al deporte y al ejercicio físico, pintó el cuadro El Reverendo Robert Walter patinando en el lago Duddingston. Esta figura de patinador puede contemplarse en la portada de este número.

En Francia el patinaje había tenido un papel importante en la corte de Luis XVI, donde se explica que María Antonieta lo había practicado hacia 1776. El pintor naturalista holandés Johan Barthold Jongking (1819-1893), que desde 1846 vivía en París y era considerado un precursor del impresionismo, había pintado una obra titulada Patinadores. Es muy conocido y valorado el cuadro del impresionista Pierre-Auguste Renoir (1841-1912), realizado en 1868, titulado Patinadores en el Bois de Boulogne (fig. 13). També esta temática inspiró al impresionista y fauvista Louis Valtat (1869-1952), autor en 1900 de la pintura Patinadores de invierno. El Jardín del Pequeño Trianon de Versalles. Probablemente los patinadores protagonistas de estas obras se movían estos años más por motivaciones de recreo que por necesidades de locomoción o de trabajo.

Figura 13 Pierre Auguste Renoir: Patinadores en el Bois de Boulogne.

Thomas Birch (1779-1851) fue posiblemente el primer pintor estadounidense que creó escenas de paisajes nevados al estilo holandés y que influyó en numerosos artistas anteriores a la guerra de Secesión. Así, George Henry Durrie (1820-1863), Thomas Doughty (1793-1856), Regis François Gignoux (1816-1882), Asper F. Cropsey (1823-1900) y Frederic E. Church (1826-1900), todos ellos tienen en su obra escenas de hielo y nieve. Después de la guerra civil el patinaje ganó popularidad en Estados Unidos como motivo de entretenimiento deportivo. En 1878, John O'Brien Inman (1828-1896) pintó el óleo Patinando a la luz de la luna ­ Central Park, la Terraza y el Lago (fig. 14), mostrando la existencia de un público que aprovechaba las características ambientales de un espacio para practicar un verdadero deporte que por aquellos años comenzaba a organizarse en Norteamérica. En Nueva York el patinaje se practicaba en Central Park, lugar que durante la noche estaba iluminado por reflectores de calcio y donde incluso una bola roja colgada de una torre señalaba cuándo el hielo estaba en condiciones de dureza idónea pera patinar. En su popularidad tuvo una gran influencia la participación activa de las mujeres y la calidad de los patines. Hasta entonces los paseos femeninos eren lentos y elegantes, pero el patinaje les proporcionó la posibilidad de realizarlos rápida y vigorosamente sin perder la elegancia.

Figura 14 John O'Brien Inman: Patinando a la luz de la luna

Es espectacular la gran cantidad de obras pictóricas, especialmente en los Países Bajos y en determinados ambientes, en las que el patinaje era protagonista de una actividad absolutamente necesaria pera la vida diaria de los habitantes de aquellos pueblos. En los siglos del xiii al xviii, en principio ninguno de los personajes pensaba en deporte, pero era previsible que poco a poco, en diferentes lugares y circunstancias, surgiera y se desarrollase el espíritu competitivo innato en la especie humana. Pensamos que esta "multitud artística" es y será irrepetible, y que hoy el patinaje sobre hielo no parece un deporte apto para la pintura. Las técnicas fotográficas pueden ser excelentes elementos para la plasmación de acontecimientos concretos protagonizados por unos pocos patinadores. Hemos de hacer una excepción citando una obra escultórica que creemos es única. Nos referimos a la artista de Olot Rosa Serra, que en 1994, para completar la "Suite Olímpica" del Comité Olímpico Internacional, realizó 6 extraordinarias obras: Hockey sobre hielo, Patinaje artístico sobre hielo, Curling, Patinaje de velocidad sobre hielo, Luge y Bobsleigh.


Bibliografía

Ice based sports: common origins, contrasting diffusion. Disponible en: www.olympic.org/common/asp/download_report.asp?file=en_report_664.pdf&id=664

Ice skating. Disponible en: en.wikipedia.org/ wiki/Ice_40k

El arte y los inviernos en el siglo de oro holandés. Disponible en: 3.229.167.47/.../ 01/2006§or=NO1&descsector=&pagina=1&n=1-11k-

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